De tracas y petardazos. Media Maratón de Alicante

Me hacía mucha ilusión volver a correr en Alicante. Ya lo había hecho en otros momentos de mi vida, tanto en entrenamientos como en competiciones y tenía muy buenos recuerdos. Y así, decidí correr esta mañana la media maratón de esta ciudad. En principio todo parecía claro y normal, un circuito cerca del mar que no tendría muchas cuestas (primer error), en una fresca mañana de abril (segundo error) y a dos vueltas que me permitiría saber como va a ser lo que queda.

Así que llegué tempranito a Alicante pues madrugué para no tener que hacer noche. El ambiente era muy bueno pues concurrían tres carreras, un 5K a las 8.30 y un 10K y la media maratón a las 9 h.
Tras coger el dorsal y dejar los trastos en el guardarropa me di cuenta de que había cometido un tonto error, me había dejado dos camisetas puestas y con el lío que había cualquiera pedía la bolsa de nuevo, así que corrí bastante abrigado.

En el calentamiento, trotando por las calles adyacentes me di cuenta de que en Alicante no habían visto muchos corredores descalzos porque llamaba mucho más la atención que en otras carreras y me extrañó porque Valencia y Castellón que están cerca sí que hay un movimiento grande de esta forma de correr.

Gran ambiente antes de la salida de la carrera

Una vez más, se lanzaban las carreras de 10K y media maratón juntas y el pelotón salió muy rápido. Yo esa mañana estaba un poco perezoso para controlar ritmos y me dejé llevar. La sorpresa vino cuando dejamos la zona marítima y comenzaron las calles cuesta arriba durante varios kilómetros. Mis recuerdos de mis carreras por Alicante más de diez años atrás siempre eran por el paseo, totalmente llano y por eso tenía asociada la idea de que una carrera allí sería plana. Pero recordé en ese momento que la ciudad se va empinando por una ladera que comienza en el mismo paseo marítimo.

Como me sentía fuerte no perdí fuelle y seguí por delante del grupo de 1.25, pues mi objetivo era bajar ese tiempo, pero me di cuenta mirando el reloj de que aún iba más deprisa, en un circuito bastante duro y ya con un calor y humedad importante. Por el kilómetro ocho relajé un poco el ritmo porque ya tenía claro que me había pasado y mucho. Así y todo llegué al kilómetro 10 en 39 minutos justos, casi el mismo tiempo que hice en el 10K del Grao de Castellón la semana anterior. Parecía claro que algo iba a pasar y me temía que no muy bueno.

El circuito era de dos vueltas e inicié la segunda con las largas cuestas pertinentes, iba aguantando razonablemente bien hasta que llegó la última cuesta antes de iniciar un suave descenso en el kilómetro 15 y ahí, me fundí. Las piernas ya no tiraban y me sentía flojo, muy flojo. Me di cuenta de que esa situación no era recuperable así que me relajé y mantuve un ritmo que me permitiese llegar con dignidad a la meta. El asfalto era bastante irregular y en algunos tramos comenzaba a atragantárseme un poco, pero lo achaqué a las pocas fuerzas que me quedaban. La suerte era que lo que quedaba era lo más fácil. Pero me dio un poco de rabia ser superado en los últimos kilómetros por tantos corredores porque de haber gestionado mejor mis fuerzas la situación sería bien distinta.

El paseo de la Explanada, dónde se encontraba la meta.

Así que llegué a la meta, en el bello paseo de la Explanada. Toda una gozada entrar entre palmeras en un suelo precioso de teselas de mármol, toda una experiencia. Entré en 1 h y 33 minutos justos con la sensación de que era un novato que había hecho el tonto esa mañana. Pero al final, habiendo disfrutado de una carrera bonita, bien organizada, con mucha animación y con lugares fantásticos en su recorrido. El año que viene volveré y lo haré mejor.