Media maratón Picaña-Paiporta. Altos y bajos y más bajos.

Después de las buenas sensaciones de la pasada maratón de Castellón tenía que recuperar el tono perdido en estas dos semanas de relax. El problema es que entre el relax unos días antes de esta última prueba una odiosa gastroenteritis me tuvo postrado dos días en cama. Tuve otros dos antes de esta carrera para recuperarme y creía que lo estaba, la realidad fue muy distinta.
En Paiporta donde salía esta prueba que transcurría entre este municipio y el vecino de Picaña estabamos casi dos mil corredores esperando salir a correr. Y esperábamos por dos motivos, por el frió que hacía, alrededor de ocho grados y por que por un retraso en la organización nos tuvieron clavados unos veinticinco minutos tiesos como palos.
Ya no salió muy bien la cosa y siguió bastante embotellada porque que los caminos primeros de la carrera eran bastante estrechos y aquello no cogía aire por ningún lado.
Cuando la carrera ya se abrió, comencé a aligerar la marcha y cuando mejor estaba en el kilómetro trece ¿?, comenzó un baile de calambres en mis piernas como si tuviese un alienígena dentro.
Ahí se rompió todo, tuve que reducir el ritmo a la mitad y además de llegar temeroso incluso terminé casi desfondado.
La buena noticia es que a pesar de ser un recorrido bastante regular de tramos castigadores para los pies desnudos, aguantaron a la perfección.

Para animarme de este pequeño desastrito por la noche me inscribí en la maratón de Tarragona para el 19 de enero. Cada uno se ánima como puede o como quiere ;).