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Maratón de Zaragoza. Lo duro de ser impulsivo.


La maratón de Zaragoza era para mí una de las más esperadas del calendario que me había fijado este año. Me hacía ilusión correr en esta ciudad y por otra parte mis sensaciones previas eran excelentes, tanto por mi forma física como en mi mentalización. Por el perfil y las sensaciones previas estaba convencido de que allí podría hacer mi mejor tiempo descalzo en maratón. 
Al llegar por la mañana a la Plaza del Pilar, lugar donde estaba la línea de salida la sensación de entusiasmo se acrecentó. Pocos sitios pueden ser tan magníficos para iniciar una carrera como éste. La enorme plaza con sus magníficos edificios daban al entorno una fuerza y empaque que hacían que un insignificante corredor popular como yo se sintiese importante. La maratón salía a las ocho y media, treinta minutos antes que la otra prueba de diez kilómetros y el fresco de esa mañana de domingo animaba a los corredores a calentar aún sin mucha ganas de correr.
Aunque ya estoy bastante acostumbrado a los comentarios y miradas cuando llegó descalzo a la línea de salida de una carrera en esta ocasión me daba la sensación de eran más que en otras veces.
Si que pude saludar a muchos corredores con los que había coincidido en maratones anteriores. Correr la misma maratón es algo que genera una complicidad natural porque al fin y al cabo se ha superado un gran obstáculo en las mismas circunstancias y la verdad es que no es poca cosa.
Estuve moviéndome de forma tranquila para entrar en calor pero sin perder mucha energía porque al fin y al cabo ya entraría en calor en la progresión en los primeros kilómetros.
Hice únicamente los ejercicios de abdominales para evitar dolores en el pubis porque esa es la única zona más vulnerable que siento desde que corro descalzo. No entiendo aún muy bien la relación pero parece que son más vulnerables los corredores descalzos a tener molestias en esa parte del cuerpo. 
Ya en la línea de salida me posicioné entre el segundo y el último tercio del grupo de corredores porque aunque quería comenzar tranquilo tampoco quería ralentizarme demasiado al principio. Aun así se fue más de un minuto desde que dieron la señal de salida hasta que crucé la meta. Algo más de mil corredores no era un número muy alto pero ya eramos un grupo numeroso. La verdad es que tampoco me ha obsesionado nunca el número de participantes de una carrera, más bien he disfrutado siempre más las pequeñas donde se atiende con más mimo a los corredores.
La carrera salió muy animada por las calles principales de Zaragoza y el río Ebro fue un testigo de la misma en muchas ocasiones. El recorrido fue siempre muy agradable porque no discurría por ningún tipo de despoblado industrial que tan a menudo son utilizados para meter kilómetros poco conflictivos para el tráfico. La ciudad de Zaragoza estaba totalmente tomada por la carrera y eso se notaba porque la misma transcurría por los barrios principales de ésta.
Salí a buen ritmo y enseguida rebasé el globo de las tres horas y media con el máximo convencimiento de que entraría por debajo de ese tiempo. Y los kilómetros iban deslizándose bajo mis pies que si se podía decir que se iban comiendo el asfalto pues enseguida las plantas se pusieron de un intenso color negro. No contento con estar por delante del globo de las tres horas y medias seguí progresando posiciones kilómetro a kilómetro como en otras muchas carreras en las que ese ha sido mi estrategia. Sin embargo la progresión estaba siendo muy rápida pues estaba corriendo a ritmos para llegar a meta alrededor de las tres horas quince minutos cuando mi mejor marca había sido veinticinco minutos superior. Son momentos en los que la euforia de sentir el cuerpo poderoso y de tener muchas ganas de correr bien se unen de forma poco prudente.
Alrededor del kilómetro diez me uní a Pedro un corredor zaragozano que también iba ganando posiciones. Fuimos hablando de forma muy animada hasta alrededor del kilómetro veinticinco y sin dejar de progresar y superar corredores. Cuando llegamos a la media maratón el tiempo era de una hora cuarenta minutos  y aún seguíamos progresando, pero ya duraría poco. Mis pies respondieron muy bien en todo el recorrido y aunque el asfalto no era especialmente bueno no se me resintieron aunque al final iba ya cansado en todas mis dimensiones.
La llegada al kilómetro veintisiete se reveló como el del descenso de una progresión que resultó ser algo alocada. La sensación de que las fuerzas se me habían ido por una especie de sumidero y que comenzaba a ver como mis vista se nublaba por los bordes y los inicios de las típicas estrellitas flotando en el horizonte. La había fastidiado pero bien. Me di perfecta cuenta que en esas circunstancias si terminaba la prueba ya me podría dar por contento pues no tenía ninguna garantía de que así fuese. Así que me concentré en ajustar un ritmo muy tranquilo a esa caída brutal y repentina de fuerzas para intentar recuperar el resuello. Llegué como pude al kilómetro treinta y en el avituallamiento bebí y comí todo lo que me ofrecieron de forma repetida. Me sentía muy agotado pero parecía que podría aguantar poco a poco. Y así de forma penosa fui arrastrándome en esos últimos kilómetros en los que no sólo no mantuve el tiempo de la anterior maratón sino que perdí mucho más. 
De todas formas y a pesar de la debacle de fuerzas que me autoinfligí en los últimos kilómetros estaba contento porque había aguantado y las energías me estaban volviendo poco a poco de tal forma que en los dos últimos kilómetros pude alegrar un poco el ritmo y no parecer un alma en pena.
Al llegar de nuevo a la Plaza del Pilar la oleada de energía de un público entregado que me vitoreaba y animaba todo el tiempo fue la inyección final para rehabilitarme de mi desfallecimiento. En los últimos metros me esperaba mi mujer y mi hijo y éste se cogió con rapidez de mi mano para acompañarme en la llegada.
Fue una final feliz. Terminé mi décima maratón a pesar de todas las dificultades que yo mismo había producido, con energía a pesar de todo y sin el más mínimo síntoma de dolor ni en mis pies ni en mis piernas.
Zaragoza ha sido una carrera muy hermosa y muy bien preparada. El recorrido precioso con un público volcado. Gracias a todos.

Aquí las fotos:
2014-10-03






Segundo 4:14
Maratón de Zaragoza. Lo duro de ser impulsivo. Maratón de Zaragoza. Lo duro de ser impulsivo. Reviewed by evocion on octubre 03, 2014 Rating: 5

3 comentarios

  1. Buena marca y como te he dicho otras veces, ya quisiera algunos con zapas jeje. Un saludico.

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  2. Hola Emilio. Hay días pa tó, que le vamos a hacer. De todas formas ya quisieran muchos...

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