¿Cómo reconocer un superfriki de las maratones?

IRONÍA, MODO ON  ;-)

Estos días en los que volvemos a correr después de tanto tiempo encerrados se han visto comentarios en algunos lugares sobre lo procedente que resulta que los que no eran corredores salgan a hacer como que corren etc. Y es que sobre esto de correr se han generado muchas leyendas de lo que es ser un corredor auténtico o no, y ya no digo nada en lo referente a ser un maratoniano de verdad. Así que recogiendo las esencias de lo más friki, extremo y surrealista de todo de lo que vengo leyendo estos años por aquí y por allá, voy a hacer un decálogo de los valores que guían al supermaratoniano/a fantástico.

1. Viva el dolor. Si no has sufrido en una maratón no has corrido una maratón, seguramente habrás atajado, te habrás dopado o serás un alienígena. Hay que sufrir en un maratón para que sea de verdad,  si no de qué vas a presumir después. Además hay que pasar mínimo una semana sin poder andar apenas, para que se note que has corrido una maratón y los demás admiren lo capaz que eres de sacrificarte por alcanzar tan estimable meta.

2. Siempre dispuesto en cualquier condición, en cualquier momento. Un maratoniano que se precie de serlo tiene que estar dispuesto a correr una maratón cualquier día del año, y tiene que poder hacerlo en cualquier circunstancia. Da igual que no haya dormido, que esté resacoso, con gripe, siempre podrá pues es lo que le mueve cada uno de los días de su existencia.

3. Si no me vas a hablar de maratones ni te molestes. En esta vida he venido para correr y solo me interesa lo que tiene relación con ello. Así que solo quiero hablar de clasificaciones, ritmos, zapatillas y bolsa del corredor, todo lo demás es irrelevante.

4. No merece la pena visitar una ciudad si no es para correr una maratón. Si hay más cosas se pueden ver de paso, pero si no se ven tampoco pasa nada, va bien para convencer a la familia pero a mí en el fondo más allá de la carrera todo me importa un pito.

5. Mi tiempo en la maratón es el mejor posible, todo lo demás son imponderables. Para un pro como yo, los límites lo son porque no es posible ir más allá, si alguien ha tardado menos es por lo que decía en el punto uno. No es razonable que nadie corra más rápido que yo con lo que me sacrifico para ello.

6. La decoración de mi casa es todo cacharrería de las carreras. ¿Qué puede haber más bonito que forrar las puertas con mis dorsales? ¿O llenar las estanterías con mis trofeos de carreras populares o con los recuerdos de las mismas? ¿Y los álbumes familiares podrían lucir mejor que con mis fabulosas llegadas a meta? Pero lo mejor de todo, son los cientos de medallas de finisher colgando del cabecero de la cama, en esos buenos ratos hacen un ruidito tan lindo.

7. No hay maratón suficientemente dura para que yo no la pueda correr. Pues eso, si la maratón y yo estamos hechos el uno para el otro, como podría ser que yo no estuviese a la altura. Da igual la temperatura, la orografía, la humedad, el viento o la nieve, incluso el precio del dorsal, que yo siempre estaré allí el primero.

8. Antes de correr una maratón ya he soñado que la corría por lo que nada me sorprende. Y es que es tal la identificación que siento con esta prueba que mi subconsciente absorbe su espíritu hasta el punto de que sin participar ya es como si la hubiese realizado. Por eso me siento capaz de aconsejar a otros participantes sobre cómo han de afrontar la prueba aunque sea la primera vez que estoy allí.

9. Siempre me inscribo el primer día, para ahorrar, porque estoy seguro de que siempre correré esa prueba. Sé que voy a ir a una maratón en cuanto pongo mis ojos en ella. ¿Para qué esperar? Si me lesiono, siempre la podré hacer andando, al menos me llevo la camiseta y tengo mi foto en la llegada.

10.  En este periodo sin maratones me siento vacío, mi vida no tiene sentido. Pues eso, si lo único que me interesa en esta vida no se puede hacer, nada tiene interés. Estoy por inducirme un coma hasta que se pueda volver a competir de nuevo.