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EL CORREDOR VIAJERO. TRES JORNADAS EN LA VÍA VERDE DE OJOS NEGROS. ALBENTOSA – LA PUEBLA DE VALVERDE – TERUEL – SANTA EULALIA

 EL CORREDOR VIAJERO. TRES JORNADAS EN LA VÍA VERDE DE OJOS NEGROS. ALBENTOSA – LA PUEBLA DE VALVERDE – TERUEL – SANTA EULALIA

Llegada satisfactoria a la estación final de la Vía Verde, Santa Eulalia.

- Viene de la anterior etapa. Caudiel - Barraca - Albentosa

En este post relataré lo que fueron las tres últimas jornadas corriendo hasta el final (o principio) de la que es la vía verde más larga de España. Estas últimas tres etapas supusieron 85 kilómetros de los que la etapa más larga fue la final de Teruel a Santa Eulalia con 33.

En este trayecto se conserva perfectamente el trazado de la antigua vía excepto en dos pequeños trozos al rebasar Teruel al lado del nuevo aeropuerto y del polígono industrial de Cella. Sin embargo, a diferencia de otras interrupciones del trayecto ha sido origen de dos curiosas experiencias. La primera el ir corriendo por el camino solitario en los llanos de la meseta turolense y hacerlo al lado de un lugar repleto de decenas y decenas de enormes aviones de compañías áreas de todo el mundo genera una sensación de extrañeza, de descolocamiento mental y físico y a la vez la sensación de estar viviendo algo espectacular. Algo parecido sucede cuando estás llegando a la antigua y abandonada estación de Cella. Cortando el horizonte y el trazado de la vía surge el perfil de una industria petroquímica en medio de la nada, como surgido en el paramo en el sueño o pesadilla de un pintor surrealista. Son momentos extraños pero estéticamente irrepetibles y por tanto inolvidables.

Los aviones surgían como fruta de aquel sembrado al lado de la vía verde.

Cuando dejé Albentosa tuve una jornada otra vez muy fría y de mucho viento, hasta tal punto que agradecía mucho los túneles que iban surgiendo como tramos refugio contra tanta animadversión meteorológica. En este trazado también se ubicaban los viaductos más espectaculares, atravesando enormes barrancos con estructuras verticales muy ligeras. Atravesar corriendo estos monumentos arquitectónicos en plena ventolera una mañana helada con un sol tímido no dejaba de ser impresionante. Por aquellas etapas ya iba como tocaba, corredor de inviernos, con mallas, camiseta térmica y cortavientos y aun así mi cuerpo no condensaba ni una gota de sudor, todo se lo llevaba el aire.

El paso por Sarrión fue otro de los momentos hermosos de la etapa desde Albentosa a la Puebla de Valverde.


La llegada a la Puebla de Valverde fue muy deseada fueron poco más de veintidós kilómetros, pero la lucha de correr todo el tiempo contra el viento me había agotado. 

Al día siguiente, ya camino de Teruel el panorama había cambiado totalmente. Las temperaturas se mantenían bajas, pero apenas había viento y correr en aquellos llanos se convirtió en algo mucho más agradable. Sobre todo me sorprendió el cariz cromático del nuevo paisaje. La tierra cambió y las arcillas dominantes en el terreno tenían desde los rojos más luminosos a amarillos radioactivos, pasando por las gamas ocres más variadas y vivas. Tenía la sensación de que un pintor se había entretenido en ensayar una paleta de colores interminable en aquellas tierras. 

Las tonalidades de la tierra iban cambiando cada poca distancia en un cromatismo increible.

Así, alternando paisaje de otros planetas, estaciones abandonadas y derruidas, grandes viaductos y profundos túneles, llegué mucho más ligero que el día anterior a la antigua estación de Teruel. Esta estación parecía habitada, con sus casetas ocupadas para usos humanos ¿? Todavía conservaba en buen estado el depósito de locomotoras y otras estructuras, por lo que sí que parecía una estación de verdad. Eso sí, el lugar estaba tan apartado y aislado de la ciudad de Teruel que no sabiendo salir de allí, me tocó cruzar un río por el agua para incorporarme a una carretera en la que me pudiesen recoger.

Al día siguiente iniciaría la última etapa, la séptima. No llegaría hasta la estación de Ojos Negros porque la vía verde no estaba aún habilitada hasta allá porque hasta hace no muchos años la vía férrea seguía instalada. Finalmente fue desmantelada también, a pesar de que hubieron intentos de mantenerla y hacerla funcionar como tren turístico. Esto fue algo que me detalló mi amigo ferroviario, Pedro Abad, tomándonos la tarde anterior una cerveza en el pub Flanagan’s Temple U2, un lugar muy recomendable tanto para los amantes de los buenos pubs como a los aficionados a la música de U2 por ser un auténtico museo de dicho grupo.

Con mi amigo Pedro reponiendo fuerzas en el Flanagan's Temple U2

Volviendo al relato de la vía, la cuestión es que se malogró por desinterés político la iniciativa de recuperar ese tramo del ferrocarril de Ojos Negros como actividad turístico cultural y al retirar las vías ya no hubo posibilidad de reivindicar dicha actividad.

Supongo que al menos prolongarán la vía verde hasta el lugar que le da nombre, Ojos Negros. Cuando esto suceda, tendré que volver para completar el trayecto. Aunque aún más interesante será si cabe, si el plan que se está comentando de conectar diversas vías verdes para hacer un trazado completo desde Valencia hasta Santander. Si esto lo ven mis ojos, tenga la edad que tenga, lo haré corriendo del tirón porque será una experiencia sublime.

Los horizontes resultaban sobrecogedores en su extensión.

El recorrido que salía de Teruel estaba resultando incluso más solitario que el resto del trayecto. Me extrañó que tan pocas personas estuviesen haciendo la vía esos días y de alguna forma lo achaco al frío y a las fiestas navideñas que parece que llaman a otro tipo de actividades. Las largas rectas dominaban casi todo el tiempo la geometría del camino y solo algunas, pero potentes interrupciones como las que describí al principio rompían esa monotonía.

Está petroquímica al final de la vía rebasando la estación de Cella me creaba reminiscencias distópicas.

Sin embargo, esa soledad y esa posibilidad de lanzar la mirada en un horizonte que continuaba durante decenas de kilómetros me introducía mientras corría en un estado de meditación activa muy satisfactorio. Ese día tampoco hacía aire y un sol invernal me acariciaba mientras los kilómetros iban sucediéndose tranquilos.

Ya se acercaba el final de la etapa y algunas trincheras algo descuidadas al estar llenas de vegetación me indicaban que no era el momento álgido para hacer la ruta, pero ir a contracorriente también había sido mi estilo de hacer las cosas. Hacer la ruta cuesta arriba y en el periodo más frío le daba un interés al recorrido que de otra forma no hubiese sido lo mismo.  La estación de Santa Eulalia, solitaria y semiderruida, una más, me esperaba para poner fin a un camino que había sido más intenso e interesante de lo que imaginaba, no tanto en el terreno físico como en otras cuestiones más estéticas, culturales y espirituales. Ahora tocaba dibujar planes de nuevos horizontes.

EL CORREDOR VIAJERO. TRES JORNADAS EN LA VÍA VERDE DE OJOS NEGROS. ALBENTOSA – LA PUEBLA DE VALVERDE – TERUEL – SANTA EULALIA EL CORREDOR VIAJERO. TRES JORNADAS EN LA VÍA VERDE DE OJOS NEGROS. ALBENTOSA – LA PUEBLA DE VALVERDE – TERUEL – SANTA EULALIA Reviewed by evocion on enero 21, 2022 Rating: 5

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